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sábado, 13 de septiembre de 2014

Oliverio, el junta-poesías

Oliverio, el junta-poesías 

de  http://siustedmeperdona.blogspot.com.ar


El maestro Lichtemberg ha afirmado, ya en el siglo XVIII, que un prólogo es un “pararrayos”, y que por acción de su benevolencia se veían “protegidos” el autor y/o el libro.
Oliverio, en la década del 20, le va a explicar a “don Evar Méndez”, en los Veinte poemas (en el prólogo, justamente), que “Un libro —y sobre todo un libro de poemas— debe justificarse por sí mismo, sin prólogos que lo defiendan o lo expliquen.”
Oliverio, a pesar de su opinión sobre el prólogo, va a ceder ante “la necesidad de que lleve uno” la edición de su primer libro, y dejará como prólogo una carta enviada a “La Púa”, desde París.
Francisco “Paco” Urondo rescata a Oliverio de entre los poetas que surgieron después del martinfierrismo, en la década infame; década que “sería infame también en virtud de mucha de su producción poética”[1]. Oliverio, según Urondo, “Aparece como una suerte de padre fuerte, saludable, recriminando la debilidad de un hijo timorato…”. Hijo amanerado que no había aprendido la lección de sus predecesores.
Oliverio se va a convertir en el gestor de una generación, y va a “enseñar” que el poeta no necesita de grandilocuentes e hiperbólicas figuras para crear una obra en cuyo centro está la poesía en su concentración más ubérrima. Él podrá “recolectar” un lenguaje que otros esquivarían, para decir con fuerza, desde las más hondas entrañas, que “No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo…”; o bien nos hará una desprejuiciada “Invitación al vómito” y nos dirá:

Cúbrete el rostro
y llora...
pero no te contengas.
Vomita.
¡Sí!
Vomita,
ante esta paranoica estupidez macabra,
sobre este delirante cretinismo estentóreo
y esta senil orgía de egoísmo prostático…

Copio y saboreo a continuación algunas líneas de la poética carta a “La Púa”, de 1922, para dejarle al propio Oliverio que explique su oficio de “junta-poesías”:

¡Qué quieren ustedes!... A veces los nervios se destemplan… Se pierde el coraje de continuar sin hacer nada… ¡Cansancio de nunca estar cansado! Y se encuentran ritmos al bajar la escalera, poemas tirados en medio de la calle, poemas que uno recoge como quien junta puchos en la vereda.
Lo que sucede entonces es siniestro. El pasatiempo se transforma en oficio. Sentimos pudores de preñez. Nos ruborizamos si alguien nos mira la cabeza. Y lo que es más terrible aún, sin que nos demos cuenta, el oficio termina por interesarnos y es inútil que nos digamos: “Yo no quiero optar, porque optar es osificarse. Yo no quiero tener actitud, porque todas las actitudes son estúpidas… hasta aquella de no tener ninguna”…
Irremediablemente terminamos por escribir: Veinte poemas para ser leídos en el tranvía.
(…)
(…) ¿No tendremos una suficiente dosis de estupidez, como para ser admirados?... Hasta que uno contesta a la insinuación de algún amigo: “¿Para qué publicar? (…)”, pero como el amigo resulta ser apocalíptico e inexorable, nos replica: “Porque es necesario declararle como tú le has declarado la guerra a la levita, que en nuestro país lleva a todas partes; a la levita con que se escribe en España (…). Porque es imprescindible tener fe, como tú tienes fe, en nuestra fonética, desde que fuimos nosotros, los americanos, quienes hemos oxigenado el castellano, haciéndolo un idioma respirable (…).
(…) Yo no aspiro a que me babeen la tumba de lugares comunes, ya que lo único realmente interesante es el mecanismo de sentir y pensar. ¡Prueba de existencia!
Yo (…) no renuncio ni a mi derecho de renunciar, y tiro mis Veinte poemas, como una piedra, sonriendo ante la inutilidad de mi gesto.

[Veinte poemas para ser leídos en el tranvía. Calcomanías.
Losada. Barcelona, 1997]






NOTA:

[1]
Urondo, Francisco, Veinte años de poesía argentina (1940-1960), Bs. As., Galerna, 1968
(Oliverio a los 4 años,
ya perplejo ante la promiscuidad lírica de la vida,
que, de grande, será fundamento de su poética)

JOSECITO EL CARPINTERO

JOSECITO EL CARPINTERO



 Su carpintería estaba a unas ocho cuadras sobre nuestra misma calle. Papá me había mandado con una pequeña notita, me parece que a cobrar un flete de maderas. Me iba de mala gana y refunfuñando, ya que hubiera querido quedarme con mi hermano mayor, Audino, ayudándole a pintar las llantas del camión, que comenzaban a lucir rabiosamente amarillas; pero una vez en camino me divertía ir entretenido con el paseo, en aquella mañana radiante de sol.

Era la penúltima calle del pueblo, de tierra, con no más de una docena de casas a lo largo. Las cuadras estaban alambradas o con tejidos, casi todas sembradas como pequeñas chacras: media cuadra de algodón, un sitio de maíz, huertas con zapallos, mandiocas, arvejas, o pequeñas quintas de duraznos, pomelos, o naranjas. El paisaje se completaba con la brisa y un silencio salpicado de trinos dispersos y apagados. Escuchaba en un ir y venir la propaladora del centro, con frases traslapadas, con un parloteo de ecos inentendibles y lejanos.

El galpón parecía pequeño debajo aquella morera gigantesca y umbrosa, con su copa tan verde y tupida, rodeados además por plantas de pomelos y limoneros, en el sitio detrás de la casa. Empujé el portillo, y no vi de donde surgió un enorme perrazo que en un instante estuvo sobre mí, ladrando embravecido, con sus fauces abiertas, dispuesto a tragarme. Yo con mis ocho años no atiné a nada, paralizado por el terror… Pero, en el salto final quedó congelado en el aire, sujetado por la cadena, que corría a lo largo de una maroma que atravesaba el patio. Luego de forcejear, quejumbroso se volvió al trotecito, a tirarse entre los pomelos caídos debajo de las plantas.

Allí he visto la colosal silueta del carpintero recortada en la puerta, en su acudir presuroso, con sus herramientas en la mano. Adentro un banco de gruesas maderas, mazas, formones, y por todos lados: tablas, tirantes, tacos y sobre todo virutas y aserrín… El polvo en suspenso de tan denso, reflejaba los chorros de luz que entraban por la ventana, por la puerta y por algunos agujeros del techo de chapas…No sé que me dijo mientras volvía a su trabajo. Yo lo miraba cepillar un grueso tirante, ejercitando sus fuertes brazos sin mangas, con brillos de sudor. Detrás en el suelo, una cabriada a medio armar, esperaba seguramente el madero que Josecito estaba aprestando, con tanto fervor que yo lo miraba embelesado, mientras finos rulos surgían del alisado, e iban cubriendo el banco.

Hoy diría que se parecía a Antony Queen, por su aspecto de gigante rubio, pelo ralo, de gesto aquietado, y su modo afable, imponente y campechano. No hablaba mucho, ceñudo, parecía enfadado, pero sorprendía con una risa escueta, que mezquinaba. Esa mañana lo vi reírse, y mucho. Sin querer tropezó con el gato que se había agazapado entre los retazos del suelo. Debe haberle aplastado la cola al pobre. El maullido fue interminable y estremecedor, mientras saltaba como un resorte, del suelo al banco, al estante, y de allí a la ventanita trasera por donde salió como un relámpago, pero antes tumbó un tarro de pintura colorada, que se hizo una pasta en el suelo con el aserrín amontonado. Afuera se debe haber topado con el perrazo, por los ladridos y las disparadas. Josecito entró a reírse sin poder parar por un buen rato, pese a la pérdida de la pintura. Y yo con él; y creo que desde ese día, nos hicimos amigos…

Se advertía que no estaba muy en armonía con la sociedad, al menos con la más cercana; la gente que tenía preeminencia en los estamentos de aquel entonces, en nuestro pueblo, para él acusaba de fallas imperdonables. Que la cooperativa agrícola, que asociaba a más de mil familias de productores agropecuarias, según él estaba arbitrariamente dirigida y había quienes eran perjudicados, mientras que había otros con privilegios de amistad, o de familia, o de otros intereses. Lo mismo pensaba del párroco, que con un par de familias transcendían sobre la moral todo el pueblo y la colonia, y se inmiscuía en todas las decisiones. Esto era como estar en contra de todo, por la absoluta incidencia que tenía en la vida del común de la gente.

Tendría entonces unos cincuenta años, pero manifestaba la inconformidad y rebeldía de la más briosa juventud. Creo que volcaba esa adrenalina en el trabajo, que encaraba con dureza y responsabilidad.

Para los desbastes más gruesos, los cortes más grandes, contaba con el aserradero de la familia de su mujer. Los cuñados disponían de herramientas más pesadas e industriales, por lo que solía ir él allí a hacer esas labores, casi a diario. Pasaba por casa, temprano en las mañanas, a grandes pasos; cargando al hombro un par de tirantes, tablones o distintas maderas, ya que el otro taller estaba a otro tanto de casa, pero al otro lado del pueblo. Para cualquiera hubiera sido una carga más que pesada, pero para su tamaño y su fortaleza, parecía no afectarlo en lo más mínimo, ya que caminaba presto y como si no pesara gran cosa.

Pero había otra razón para tomarse todo ese trabajo. Entre taller y taller, él hacía un pequeño rodeo, tres o cuatro cuadras y pasaba por el bar del Club de bochas, donde Vicente atendía el bar, y si bien a esa hora estaba cerrado, tocaba dos o tres golpecitos, y le abrían para que se desayunara, mandándose al coleto tres copas grandes de fernet Branca, fuerte y puro; que era el combustible imprescindible para iniciar su jornada. Al regreso hacía lo mismo. Su alcoholismo se hizo más y más exigente, se fue agravando; y en pocos años cayó a lo más profundo del pozo. Estuvo muy enfermo y terminó hospitalizado, de donde salió renovado y haciendo votos de que nunca más probaría bebidas blancas… Y poco a poco las fue reemplazando por cervezas. La cantidad que tomaba era proporcional a su tamaño, o a su fuerza. Era increíble. Vaciaba decenas de botellas por día. Pero la verdad parecía que para él eso era el mejor remedio, nunca lo he visto ebrio, ni que le afectara, o al menos, no que se notara.

De tanto en tanto me llamaba para que lo ayudara con sus liquidaciones de impuestos y demás anotaciones. Iba a su casa a la noche, y mientras yo peleaba con sus apuntes, él acarreaba porrones de cerveza desde el “boliche” de la esquina. Me consta que en esas horas tomaba más de una docena. Yo tenía que acompañarlo, pero no le llegaba ni a un décimo. Y él seguía tan fresco y lúcido como siempre.

Era a fines de los años cincuenta y tomó el trabajo de hacer la nueva puerta principal interna del templo parroquial, que casi toda la década estuvo refaccionándose, junto al nuevo campanario que agregaba la nueva elegancia de su afilado pináculo, lo que le confería un depurado estilo neo-gótico, con los relojes y la gran cruz del remate en lo alto. En la inmensa puerta de madera clara, de Raulí chileno, tuvo Josecito que labrar sus ornamentos en relieve: un par de escudos, columnas y capiteles, que cinceló con maestría. Necesitaba que yo le dibujara las formas y los perfiles, para seguirlos luego con sus formones y gubias, y así labrado un perfil dibujaba yo el otro lado, y él los iba terminando. Puse mi pequeño grano de arena, al lado de él, que perdurará creo en ese monumento, por muchísimo tiempo, aunque no lleve allí ninguna firma.

El párroco de aquellos tiempos, el Pbro. Celso Milanessio, patriarca indiscutido de la comarca, en sus gentes y en sus bienes, era el artífice de lo que lograba la comunidad, de él y de los colaboradores más cercanos. Siguiendo su concepción de la remozada imagen del templo, externo e interno en detalles, le ayudé dibujando distintos artefactos, entre ellos candelabros de pared, de lo que aún algo queda; no en sus sitios ni ornamentos, y sin las tulipas originales.

No sé porque Josecito se cansó de tan noble profesión, un verdadero carpintero y ebanista; como dice la zamba… “lindo oficio, ¡Quien lo pudiera tener!”

Así que, un día, decidido, cambió de rubro. Se planteó un giro, una actividad distinta. Fabricar mosaicos. Pasó del día a la noche. ¿Qué podría atraerle un trabajo doblemente duro, exigente, tosco; pasar de la madera tan noble y cálida, a la cal, cemento, arena y a accionar una prensa manual de hacer mosaicos, tirando a músculo puro, el volante de tornillo, para el moldeado de cada pieza; unas doscientas o trescientas veces en el día, para ganar un módico sustento?

La prensa que compró era una máquina vetusta, que reemplazaba la empresa donde yo trabajaba entonces No sólo por vetusta, sino porque esos mosaicos calcáreos ya eran reemplazados por los graníticos y luego por las cerámicas. Pero él siguió con verdadero tesón adelante con su nueva actividad, en buena hora ya que los cambios se dieron despacio, y lo suyo tuvo vigencia muchísimo tiempo.

Hubo veces en que me hizo confidencias de sus años mozos, y de aún después. Confidente yo…, que aún no cumplía los veinte; pero lo escuchaba, porque veía que debía decírselo a alguien… Tenía su lado blando, romántico. Me habló de un gran amor, no sé si de soltero o de casado, sé que por algo aquello era “non sancto”, con una directora de una escuela señera; pero hacía años ella volvió a sus pagos de origen y sólo quedó el olvido. Volvió una vez en un acto conmemorativo de la escuela, muchos años después, por unas pocas horas. Yo la vi en el palco, una señora elegante, distinguida, pero entonces yo no sabía quién era. Era un chico todavía. En cambio él no pudo, no recuerdo por qué; pero lo lamentaba todavía profundamente. Conocer ese aspecto del hombre tan duro que yo veía en el, desde aquella mañana que pisó el gato, me desconcertaba, y al mismo tiempo me alegraba, porque adivinaba un espíritu sensible y en el fondo triste, totalmente humano…

Una tarde me mostró dos varillas de madera dura, secas y griseadas por la intemperie, que estaban entre otras maderas en la pared trasera de la casa, madurándose al sol.

-Son de lapacho- me dijo- lleva años para hacer lo que quiero.- De estos palos van a salir dos tacos de billar que van a ser únicos…, uno es para vos, y el otro para mí…-

Sopesé la madera, me imaginé cómo sería desbastada, pulida, y contrapesada; pero íntimamente dudé que aquello pudiera llegar a ser lo que él prometía…

-Tanteá el peso, cuando esté balanceado, vas a ver…- me decía con los ojos brillantes, ilusionados. Y volvió a depositar las maderas contra la pared… -Pero requieren estacionarse más todavía…-

Pasó mucho, mucho tiempo, y un día los tacos, estuvieron listos; me los enseñó terminados, como había predicho: eran de una sola pieza, no desarmables; pero prometían un golpe como a veces soñamos tener los billaristas, en un taco ideal

-Elegí el tuyo…- dijo pasándome ambos. Pero yo no acepté, y tuvo que darme él uno de los dos.

Jugamos algunas veces juntos en el Círculo, gozándolos ambos. El mío era ligeramente más fino, con más peso atrás. Me dio el mejor. Otro lado suyo era la nobleza…

Pero al tiempo sus salidas no eran más que promesas, excusas, postergaciones. Josecito estaba decayendo. Sé que no se sentía bien, y dejó su empeño para más adelante, cuando volviera a sentirse mejor.

Hasta que un día, años después, me dio también el otro taco.

-Tenelo vos, en cualquier momento te lo pediré prestado…- Sentí un gusto amargo, no en la boca, sino en medio del alma...,-A veces vas a querer cambiar… tenelos, siempre…-

Y siempre fueron mis tacos. Jugué años. A Josecito lo empecé a ver cada vez menos. Luego entré al banco, y tuve que irme y radicarme en otras ciudades, en otras provincias. Fui dejando de jugar, absorbido cada vez más por nuevas obligaciones y otras amistades.


Josecito murió estando yo lejos, incluso me enteré mucho después. Lo sentí mucho, pobre amigo, quizás haya querido verme por última vez, y tal vez yo estaba muy ocupado…

Los tacos los perdí, hace años, y no pude recuperarlos, por más que sigo intentando rastrear su derrotero, le he pedido a amigos que me ayuden, pero sin lograrlo. Habían quedado en la parroquia, en poder del hermano Rogelio; pero un día las mesas se vendieron con todos los tacos. No sólo los míos, varios amigos tenían los suyos en las mismas condiciones. Las mesas y los tacos cambiaron de dueños, una y otra vez, y por el momento no logramos localizarlos.

Me gustaría volver a tener mis tacos, SUS TACOS, como trofeo de amistad, como trofeo de la vida. El hubiera querido que los tuviera SIEMPRE, aquellas maderas nobles, labradas con sus manos toscas, curtidas con honradez.



FIN





Celso H Agretti – Avellaneda SFe; 20 de julio de 2010. (Día del amigo)

ALIMENTOS PARA COMBATIR LA DIABETES..

de http://saikuhayotravidaposible.blogspot.com.ar/



Los investigadores han buscado los efectos de la canela “semejantes a la insulina” por muchos años, y como lo muestra el estudio más reciente de Medicina para Diabéticos, la canela sigue demostrando que es un contendiente viable en la lucha contra la diabetes.
Entre los beneficios saludables más impresionantes de esta especia se encuentra el impacto en el azúcar en la sangre y la capacidad de mejorar el control de la glucosa.
Por ejemplo, solo media cucharadita de canela al día ha demostrado previamente una reducción significativa en los niveles de azúcar en la sangre, triglicéridos, colesterol LDL (malo), y los niveles de colesterol totales en las personas con diabetes tipo 2.
Otro estudio descubrió que la especia aumenta el metabolismo de la glucosa por casi 20 veces, lo que mejoraría considerablemente su capacidad de regular el azúcar en la sangre. Incluso la canela ha indicado previamente ser un potencial substituto de insulina en las personas con diabetes tipo 2 debido a un componente bioactivo con efectos “semejantes a la insulina”.
Curiosamente, la canela reduce el azúcar en la sangre, actuando en diferentes niveles.
Retrasa el vaciado del estómago para reducir los picos de azúcar en la sangre después de las comidas, y mejora la efectividad, o sensibilidad, de la insulina.
También mejora las defensas antioxidantes. Un estudio publicado el año pasado indicó que los “polifenoles de la canela pudieran ser de especial interés para las personas con sobre peso con glucosa en ayunas alterada debido a que puede actuar como sensibilizante de insulina y como antioxidantes.”
Pero aun, otro compuesto bioflavanoid llamado proantocianidina puede alterar la actividad de señalización de la insulina en las células grasas.
Los investigadores han sugerido que las personas con diabetes pueden ver mejoras al añadir de ¼ a una cucharadita de canela a sus alimentos, y no veo la razón porque no intentarlo si le gusta la canela (junto con los otros elementos esenciales para mejorar la diabetes, incluyendo la eliminación de la fructuosa y los granos de su dieta y hacer ejercicio diariamente).
Otros beneficios saludables de la canela incluyen:
- Apoya la función digestiva
- Alivia la congestión
- Alivia el dolor y la rigidez de los músculos y las articulaciones
- Tienen compuestos anti inflamatorios que pueden aliviar la artritis
- Ayuda a prevenir las infecciones del tracto urinario, caries dental y enfermedades en las encías

- Alivia las molestias menstruales

- Tiene compuestos que adelgazan la sangre y estimulan la circulación
Claramente, el añadir grandes cantidades de canela a su alimentación es una herramienta increíblemente económica y de buen sabor para los diabéticos, y la probabilidad de que este alimento cause cualquier tipo de complicación en un término largo, es muy baja.
Solo recuerde que, al menos que lo agregue a una alimentación adecuada (rica en vegetales y extremadamente baja en fructosa y granos) es probable que no experimente ningún beneficio en absoluto.
OTROS ANTIDIABÉTICOS :
Además de la canela y el magnesio, otros alimentos que muestran ser particularmente benéficos para los diabéticos incluyen:
Brócoli – Comer brócoli puede revertir el daño que la diabetes ocasiona en sus vasos sanguíneos.  La clave es un compuesto vegetal llamado sulforafano.
El sulforafano promueve la producción de enzimas que protegen los vasos sanguíneos, y reduce el número de moléculas que causan daño celular – conocida como Especies Reactivas de Oxigeno (ROS por sus siglas en ingles) – hasta en un 73 por ciento.
Las personas con diabetes tienen hasta cinco veces más probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares como ataques cardiacos y embolias – ambos están vinculados a vasos sanguíneos dañados.
Probióticos - Investigadores han encontrado que las poblaciones de bacterias en el intestino de los diabéticos difieren de los no diabéticos, y que la modificación de la microflora intestinal con probióticos y prebióticos puede ayudar a mejorar la salud de los diabéticos.
Una dieta estilo mediterránea rica en verduras también puede ayudar a prevenir la diabetes.  Los beneficios son probablemente debidos al uso de grasas saludables y al incremento de vegetales – NO de los granos en grandes cantidades. El intercambiar los granos y azucare por fuentes de proteína de alta calidad, grasas saludables (que INCLUYE grasas saturadas) y verduras, puede ponerlo en el camino correcto.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Perfume de mujer

“El tango, como la Patria, es una posibilidad infinita”, señaló la simpática e histriónica violista Cecilia Palma ante el público reunido en la sala de conciertos del Conservatorio. 


La integrante del destacado trío tanguero cordobés Las Rositas rompía todo halo de solemnidad y aportaba la frescura propia de un café concert a medida que presentaba los temas. Junto a su hermana Gabriela Palma en violín y la pianista Ana Belén Disandro (dócil en intervenir melodías, salirse de la partitura e imprimir climas en cada obra), brindan veladas instrumentales de música ciudadana, con abordajes estilizados de obras de Piazzolla, Plaza, Canaro, Troilo y Mores (como una progresión infernal de las cuerdas en “Tanguera”).



Ana Belén Disandro en piano y Gabriela y Cecilia Palma en violín y viola forman el trío


martes, 2 de septiembre de 2014

PENSAMIENTOS POSITIVOS

“Cada día de nuestras vidas es un hermoso obsequio porque tenemos la oportunidad de hacer lo que queremos y de darle felicidad a quienes nos rodean”

 

La luz mala

La luz mala 

http://www.vocesdelfolklore.com.ar

 

 

Nuestro interior provinciano es muy lindo en paisajes y bellezas naturales, pero más bondadosa ha sido la naturaleza con el hombre que habita en esas “soledades”; en esa eterna quietud y paz.
Soledad que se convierte en compañía para el espíritu, que le infunde melancolía y le fortifica el alma. Pero no siempre hay tranquilidad en esos parajes; las corridas, los velorios, las fiestas religiosas y las supersticiones mantienen inquieto al hombre de cerro y de campo y le tornan divertida su monótona vida.
La riqueza cultural de nuestra gente es inimaginable; resultado de la fusión de las antiguas culturas aborígenes, del cristianismo, de las soledades y desventuras que en el marco geográfico se desarrollaron a través de años y años.
Un tesoro que el hombre de la ciudad por su vida agitada y sofocante muchas veces no conoce, y que forma parte de nuestra tradición. Entre las supersticiones y leyendas de la gente del campo o de los cerros está la de la “luz mala” o “Farol de Mandinga”, mito con trascendencia religiosa que se extiende por casi todo el Noroeste Argentino.
En algunas épocas del año (generalmente las más secas) se suelen ver de entre las pedregosas y áridas quebradas de los cerros del oeste tucumano (Mala Mala, Nuñorco, Muñoz, Negrito, Quilmes, etc), a la oración – de tarde -, o cuando los últimos rayos del sol iluminan las cumbres de los cerros y el intenso frío de la noche va instalándose en los lugares sombreados, una luz especial, un fuego fatuo; producto de gases exhalados por cosas que se hallan enterradas conjugados con los factores climáticos; a ella – con terror y morbosidad – los lugareños denominan “luz mala” o el “farol del diablo”.
El día de San Bartolomé (24 de agosto) es el más propicio para verlos, ya que es cuando parece estar más brillante el haz de luz que se levanta del suelo y que, por creencia general, se debe a la influencia maligna, ya que popularmente estiman que es el único día en que Lucifer se ve libre de los detectives celestiales y puede hacer impunemente de las suyas (Ambrosetti, “Supersticiones y leyendas”).
La luz es temida también por que imaginan ver en ella el alma de algún difunto que no ha purgado sus penas y que, por ello, sigue de esa forma en la tierra. Generalmente nadie cava donde sale la luz por el miedo que ésta superstición les ha producido, los pocos que se han aventurado a ver que hay abajo de la luz siempre han encontrado objetos metálicos o alfarería indígena – muchas veces urnas funerarias con restos humanos, lo que aumentó el terror- que al ser destapada despide un gas a veces mortal para el hombre, por lo que los lugareños aconsejan tomar mucho aire antes de abrir o sino hacerlo con un pullo – manta gruesa de lana – o con un poncho, de suerte que el tufo no llegue a ser respirado. Debido a la continua migración a las ciudades y centros poblados, y por constante progreso estas leyendas van quedando reservadas solo para los mayores; la juventud se preocupa por otras cosas que estima más importante.-

viernes, 22 de agosto de 2014

¡MUERTE EN GAZA! ¿ Y LOS ESCRITORES?


MUERTE EN GAZA!HOY, AGOSTO 2, DE 2014


CREO QUE ESTAMOS VIVIENDO UNA TRAGEDIA UNIVERSAL EN LA FRANJA DE GAZA.
A LOS ESCRITORES QUE VENDEN BEST-SELLERS , A LOS MÁS HUMANISTAS E INTIMISTAS, LES RECUERDO QUE NO SOMOS NADA ESCRIBIENDO SOBRE NUESTRAS ANGUSTIAS SIENDO TESTIGOS DE LAS ATROCIDADES DE ESTA GUERRA SIN REPUDIARLA, VENGA DE DONDE VENGA. ESTO ES UN HORROR.

Las máscaras de papá

Las máscaras de papá

Silvia Loustau

Traductora, escritora y coordinadora de talleres literarios nacida en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, en el año 1953.


Papá, ¿por qué te escondés detrás del diario? Ahora que soy un hombre te recuerdo como un cuadro de Magritte y te veo bajo el título: Hombre sin rostro.


Yo era chico y me preguntaba cuánto tarda un grande en leer las noticias, sí serían tan importantes. A vos te interesaban los nombres de los muertos, quién ganaba o perdía, que se vendía o permutaba. Qué tremendamente largos eran los diarios del domingo. Los veía inacabables. Y los ritos del domingo. La mesa bien tendida y vos, mamá , Freddy, casi bebé, Moni y yo, alrededor del blanco mantel almidonado que la abuela había traído de Irlanda . Y el silencio. Un silencio que me cerraba la garganta. Yo miraba la comida y desaparecía el hambre.


Los almuerzos eran un tenso silencio, cortado por el ruido de los cubiertos sobre la loza y mamá levantaba las cejas sobre sus ojos, observando. Que nadie dijera nada inconveniente, ni un solo tono más alto del debido. Y vos :

−Moni, baja los codos de la mesa.−

−Jimmy, cerrá la boca para masticar.−

−Maria, mirá, Freddy mete los dedos en la salsa.

Y después tu café con gotas. El sillón. Tu sillón de pana verde y el diario.Y ya no tenías mas rostro, papá.

−No deben hacer ruido. Ni correr. Ni pelearse, cuando papá lee el diario.

Entonces yo jugaba con mis plastilinas o los soldaditos hasta que el sonido de aquella radio Philips empezaba a aturdirnos con el fútbol.

Y allá sonaba trémula la voz baja de mamá :

−No hay que molestar a papá mientras escucha el partido.−

Y la tensión se llenaba con la voz de Fioravanti, y con tu cara que ahora aparecía, pero era como si no, porque tus ojos se perdían en el aire mirando aquel match invisible.

Tardes de domingo.

Cuando comencé la escuela me hice amigo de chicos que jugaban con el padre. Que conocían la cara, los ojos, las caricias. Porque yo busco en el bolso azul de los recuerdos ( como dice el poema de una amiga) y no encuentro ni el más leve roce de tus manos. Sí me acuerdo que eran blancas, tersas, anchas, que cerrabas fuerte los puños cuando tenías bronca y los nudillos se ponían pálidos y las manos coloradas y yo sentía el miedo caminando por mi pecho. Pero no recuerdo ni una caricia en las mejillas, un revoltijo en el pelo. Ni siquiera me dabas la mano cuando me llevabas por la calle. Al principio me tomabas por el cuello, entre el índice y el pulgar, como una pinza, y yo me sentía como una marioneta a la que manejabas a tu antojo. A veces me animaba y :

−Papá, me pesás en la espalda.−

−Mirá donde caminás −respondías.

Cuando fui un poco mas grande apoyabas tu mano sobre mi hombre, y yo, de no más de ocho años, temía terminar enterrado en el asfalto.


Por qué nunca entrelazaste tus dedos entre los míos, papá?


Es como si la imagen se esfumara cuanto mas te recuerdo. Papá cara de diario. Papá sin cara. Papá sin manos, sin caricias, hombre con tenazas de cangrejo..


Y una tarde después del ritual dominguero me llevaste a la cancha, creo que tenía cinco años. Y para tu desilusión a mi no me gustó. No entendía a todos esos hombres corriendo detrás de una pelota, y pensé porque no le daban una a cada uno.


Sabés, ahora creo que vos tenías miedo que no fuera bien macho cuando creciera, porque a los machos les gusta el fútbol, los caballos, la caza. Todo eso era parte de tu mundo. Tal vez fueran las diferentes máscaras detrás de las que siempre te escondiste.

−Los hombres no lloran.− me dijiste amenazador cuando se murió Colita, aplastado por un auto.

Había otros ritos. El de los sábados. A la hora de la siesta limpiabas tus rifles y escopetas. Extendías las gamuzas, los largos cepillos, la vaselina. Aún hoy siento en mis fosas nasales el olor del Penetrit. Acariciabas los rifles. Mirabas el caño. Los lustrabas. Ellos sabían de tus manos. Pero yo nunca quise comer aquellas perdices en escabeche, o los guisos de liebre, que tus amigos festejaban entre vasos de un buen borgoña.


Y justo a mí, que miraba a los pobres bichos muertos y sentía una pena intensa, justo a mí me llevaste una tarde de cacería. Una cacería de patos. Me pareció tan hermosa la laguna, tan calma, con sus altos juncos acariciados por la brisa. Tendría siete . ocho años y recuerdo que debíamos caminar despacio, sigilosamente. Me sentía como en un cuento de suspenso .Pero la magia fue rota por los estampidos, los aleteos desesperados y los setters que volvieron con tres patos convulsionados entre sus fauces. Entonces, yo vomité. Y tu amigo Juan me sostuvo la frente mientras las arcadas me daban vuelta y él decía:

−Es que se asustó.− Y yo te miré y sentí tu enojo como un fuego, quemándome.

...Pero recién ahora comprendo, tantos años después, que ese fuego que me quemó desde tus ojos era fuego frio. Un fuego de hielo. Un hielo que congeló mis abrazos , mis secretos, mis sueños. Esos secretos, esos sueños, esos abrazos que nunca conociste. Porque siempre te escondiste detrás de tus máscaras y ahora, ahora que podríamos hablar de hombre a hombre, ahora, te escondiste detrás de tu última máscara. Te escondiste detrás de la muerte, papá.




¹ Este cuento recibió el Primer Premio Nacional De Narrativa en el año 1998

¿La vida es breve?

¿La vida es breve?

Arturo Lomello (*)

La vida humana es muy breve. Supongamos que logramos vivir los setenta y cinco años que marca el promedio actual, según dicen en Occidente, porque es muy probable que en Oriente el promedio sea muy inferior a esa cifra. A la edad tope que citamos hay que restar la tercera parte que ocupamos en dormir. Obviamente sólo nos quedan cincuenta que vamos a considerar como de neta vigilia. ¿Pero es así? Un gran porcentaje de nosotros debe ocupar su tiempo en luchas tremendas por la subsistencia, lo cual le quita la posibilidad de una serena lucidez.

Quiere decir entonces que habría que restar quién sabe cuantos años de esos cincuenta y por ende nos queda un manojo en los que verdaderamente vivimos con plena conciencia.

Pero todavía hay más. ¿Cuántos humanos pueden superar la manipulación de sus conciencias que coartan su creatividad? Esta reflexión parece llevarnos a un panorama pesimista, pero nuestra intención al plantearla es muy otra. Pretendemos contrastar la situación con el deseo de infinito que contiene nuestro corazón. En efecto, si nuestra vida consistiera solamente en el efímero trayecto temporal que hemos apuntado sería igual a nada. Además, por más años que acumuláramos si en el trasfondo no palpita la eternidad no solamente se reduce a cero sino que no tiene sentido.

Frente a los millones de años que han transcurrido desde que apareció la vida humana en el planeta el devenir de la existencia de cualquiera de nosotros parece perder todo significado. No obstante, sin dimensión íntima no tendría sentido alguno la historia comunitaria porque es en la intimidad de esos breves años que vivimos donde los hechos adquieren su significado. Entonces, llegamos a la conclusión de que la vida es efímera pero trascendente, aunque paradójicamente miles de millones de seres aparecen y desaparecen anónimamente dejando tras sí las huellas de sus alegrías y sufrimientos en obras que no han sido registradas con nombre y apellido, con luchas destructivas que han sido felizmente rebasadas todavía por la creatividad. Mientras se prolonga la vida en los llamados países desarrollados, crece allí la diferencia entre los más ricos y los más pobres que se multiplican.

El promedio de setenta y cinco años de vida es alcanzado por quienes tienen los recursos para cuidarse, pero por más que extiendan el lapso de su existencia la muerte termina por atraparlos aunque ellos pretendan derrotarla.

Sin un trasfondo de eternidad todo sentido se esfuma. Todo caería en el olvido y no habría jamás justicia.

(*) Arturo Lomello 

Periodista, narrador y poeta nacido en la ciudad de Santa Fe, en 1930.

martes, 19 de agosto de 2014

Exigencia de la tristeza

Exigencia de la tristeza

Por Carlos Catania


DIARIO EL LITORAL DE SANTA FE http://www.ellitoral.com/

Hacia 1911, el sábado 23 de diciembre, Franz Kafka anota en su diario: “La ventaja de escribir un diario consiste en que así uno se entera con tranquilizadora claridad de las transformaciones que sufre constantemente”. Quizás el escritor nunca pensó en las transformaciones de la visión del mundo que, al leer sus páginas, ha producido en multitud de lectores serios, es decir a los dispuestos a examinar profundamente, con alegría y lucidez, los fundamentos de la tragedia humana, aparente paradoja que ensancha e ilumina vastos sectores de la existencia, cuya densidad, en tiempo y espacio, se percibe entonces a plenitud.

Excluyendo a seres humanos momificados en vida (y, desde luego, al creciente número de indigentes marginados), la lectura de Kafka trastorna ilusorias defensas, barre mitos enquistados y permite vislumbrar el decurso de una vida entregada a tonterías consagradas. Lo que es más: nos apropiamos de un amigo con el que es posible intercambiar réplicas y atesorar lo mejor de él. La literatura de los grandes posee el don de crear un sólido vínculo que comienza cuando el lector “pone en movimiento” al escritor. Si me introduzco en “La Odisea”, permito que Homero hable; su voz llega hasta mí atravesando siglos; a mi vez, lo ubico en el presente.

He hablado ya del efecto lancinante de los relatos y novelas de Kafka, de la “traición” de Max Brod, que decidió darlo a conocer y de su interpretación, a mi juicio en gran parte errónea, de la obra de su amigo. Es que Brod estaba muy cerca y Kafka es un creador que se adelanta a todos los tiempos. Sus pensamientos no se desarrollan en forma discursiva, sino en imágenes. La trascendencia del símbolo requiere períodos de confrontación con realidades objetivas.

Hoy haré mención a la soledad de Kafka, a su tristeza, a los sobresaltos de su sensibilidad. Me concentro en su diario. El 28 de julio de 1914, escribe: “Eludo la gente no porque quiera vivir tranquilo, sino porque quiero parecer tranquilo”.

El 24 de noviembre del año anterior había anotado: “Para mí morir sólo significaría entregar una nada a la nada”. También en 1911 se refería al domingo que pasó en casa de sus abuelos. Sentado ante un escritorio escribió unas pocas líneas sobre la cárcel y experimentó el deseo de que alguien le pidiera leerlo y admirarlo. Pero “Un tío bastante burlón, cogió finalmente esa página que yo apenas sostenía entre los dedos, y se redujo a decir a los demás que lo seguían con la mirada: lo de siempre; a mí no me dijo nada. Me quedé sentado, y seguí inclinado como antes sobre mi página evidentemente inútil, pero en realidad me habían echado con un sólo empujón de la sociedad”. Más adelante, añade: “El trabajo intelectual arranca y separa al hombre de la sociedad humana”.

Cuando trabajaba en la Compañía de Seguros Obreros (1908), padeció desagradables inhibiciones frente al empleado que compartía su oficina, que solía dirigirse a los visitantes en tono autoritario. En sus conversaciones con Janouch, Kafka confiesa que “... la de verdugo es una profesión pública honorable y bien pagada según las normas del servicio (...) ¿por qué no ha de haber escondido en cada funcionario público un verdugo?”. Me pregunto qué ha sido de los verdugos de su tiempo. Tal parece que pese a la timidez y modestia de nuestro escritor (murió creyendo que Max Brod destruiría gran parte de su obra), prevaleció, mientras que los “fuertes”, los “normales”... ¿dónde están?”. Kafka está presente en “América”, “El Proceso”, “El Castillo” y en cantidad de relatos. Como se acostumbra a decir, es un muerto que goza de excelente salud. En esta época, su voz pone en ridículo los devaneos de la decadencia y el careo cotidiano de quienes no piensan.

Una de las obras maestras de la literatura universal, “La metamorfosis”, revela como ningún otro relato de Kafka, su destino. Borges, que lo considera el gran escritor clásico del atormentado y extraño siglo XX, sostiene que tal destino fue transmutar las circunstancias y las agonías en fábulas. En el diario, Kafka escribe que, en determinado momento, “había perdido las fuerzas que la tristeza exige”. Todo lo anterior hace suponer que para un lector superficial, Kafka era un ser no sólo negativo, sino cotidianamente amargado”. En primer lugar negativo es un adjetivo traído de los pelos en el concierto de un examen literario (por cierto muy usado en el realismo socialista, caro a Stalin). En segundo lugar, amargado es término acrítico. Una obra cobra relevancia por su profundidad, nunca por los apellidos que se le injertan. Por lo demás es bien conocido el carácter alegre de Kafka, sus chistes espontáneos de los que habla Max Brod. Sabía hacer reír a sus amigos. Como pregona un lugar común, la procesión iba por dentro. Más justo sería considerarlo un ser doliente de pura lucidez, al haber penetrado hasta la raíz en los arcanos de la existencia.

Para quienes han perdido la vida en triviliadades, lucecitas, estruendos y lecturas retardativas, aquí va lo que anota en septiembre de 1912: “El hueco que la obra genial ha producido en nuestro alrededor es un buen lugar para encender nuestra pequeña luz. De allí la inspiración que irradian los genios, inspiración universal que no sólo nos impulsa a la imitación”. Y al año siguiente: “Me aburre hacer visitas, las penas y las alegrías de mis parientes me aburren hasta el fondo del alma. Las conversaciones me roban la importancia, la seriedad, la verdad de todo lo que siento”. Por otra parte, el 1º de julio de 1913: “No desesperes ni siquiera ante la imposibilidad de desesperar. Cuando ya todo parece terminado, aparecen sin embargo nuevas fuerzas y eso significa justamente que estás vivo. Si no aparecieran, entonces sí todo habría terminado, para siempre”.

Franz Kafka nace en Praga hacia 1883 y muere de tuberculosis en 1924. Sus tres hermanas, y sus respectivas familias, dos sobrinos y muchas personas mencionadas en el diario, fueron asesinados en los campos de concentración nazis

Mas aca del sueño colectivo

Mas aca del sueño colectivo

Poema.




Morimos toda una muerte
felices
como si de vida se tratara.
prostituyendo eternidad
cociendo instantes
uno a uno.

Morimos toda una muerte
                    muertes eran las de antes.
Cuerpos blanqueando, inertes
pareja de almas danzantes.

Memoria
               desde la muerte.
Memoria
               de ganas de abrazar tu espectro.
Memoria
               besando tu espíritu
sin rostro.
Volátil
Quizás celeste.
Memoria .
Nostalgia macabra.

Memoria
Lentamente
                   me moría.
Para nacer llorando.
Por eso lloramos al nacer.

Condena
de luz y ruido.
de cruz y filosofía.
Condena
               un simple latido
el cruel galopar de vida.

Condena
              sin don de olvido.
Memoria
                de un sentimiento
que en vida aun no ha nacido.
Para darle un parecido
es como mil veces amor
pero en burbujas de viento.

Es fundir en un tazón
ciento un amaneceres
          con diez pétalos de rosas (blancas),
dos cucharadas de luna
y una medida de mar.
(canela y Chopin , a gusto)

Es cien veces un volcán
con la paz de una montaña.
Es la nostalgia del tango
color aurora boreal.
Es el frío sudor del mal,
al calor de la guadaña.

Es la impunidad de un charco
que salpica de abundancia,
mil baldosas danzantes
como arlequines vainillla
como Cernuda a Sevilla
y don Quijote a Cervantes.

vivir al calor
            del sueño compartido.
vivir
            con el recuerdo
del frío amor prenatal.
Vivir
         sin el don de olvido.
Vivir
         condenado a muerte.
Vivir
        ansiando la suerte
de aquel amor inmortal.
Vivir y morir
                     en calma.
Vivir
          y luego
morir.
          Siempre junto a tu alma.





Kantauri | 18/01/2010 

LoRena...

LoRena...




Otro año mas que se va
¿que se va?

Bueno, no. Tal vez es un año más
que queda en nuestro interior.

Un año más en el que los recuerdos
estarán por siempre esperando
una mirada en algún otoño.

Un año es una marca en el tiempo,
una marca que hacemos nosotros mismos
para no olvidar, para volver a vivir,
para guardar como se guardan
todas las cosas con afecto.

Este año ha sido como siempre
un año con alegrías, con tristezas,
con decepciones, con amistad, con amor,
con ternura, con peleas, con discusiones,
con rabias, con desilusiones, con apuros,
con lentitud, con muchos sueños, con infinitas
ganas de cambiar, con infinitas postergaciones
ante el cambio.

Un año así vale la pena recordarlo.
Vale la pena recordar que fuimos felices,
que fuimos algo para alguien una vez más,
que dejamos de serlo cuando cambió el momento.
Vale la pena recordar que los momentos tristes
nos hicieron detener, y que el tiempo detuvo su marcha
aún cuando en otras oportunidades el tiempo
no pasaba más.

Vale la pena recordar aquellas cosas que aprendí
tal vez de la manera en que no esperaba, pero
¡aprendizaje al fin!

Aprendí a esperar que se cumplan promesas
que nunca se cumplieron, que a pesar de saber
sobre la mentira, dejé que pasara por verdad.
Aprendí que quien se vende, no siempre lo hace
por dinero, sino que los intereses son siempre
convertibles a favores de muchos tipos.
Aprendí que todos piden pero nadie da,
que cuando alguien da, espera la retribución por lo dado.

Aprendí que nunca es tarde para devolver
o para quedar bien en el recuerdo.
Aprendí que todos crecemos cada día más
y que todos somos pequeños ante aquel
que se sabe un poco más grande,
pero que también tendremos la oportunidad
de crecer y tal vez, ese grande, se ampare algún día
bajo la sombra que proyectemos.

Aprendí que un año más no se va más,
que cada minuto vivido fue un minuto sentido
y que cada sentido vivido, nunca será
un tiempo perdido.

Este año, como todos los años tiene un corazón.
Un corazón que late al mismo ritmo que la vida,
y si no fuera así, entonces no caminaría por ese camino,
simplemente buscaría la oportunidad de
volver a empezar y de volver a vivir.

Este año, no es un año más que se va,
es un año que como todos aquellos
que me trajeron lágrimas y sonrisas,
en éste yo también he dado una lágrima
en algún momento
y he provocado alguna sonrisa quizás.
Ahora sé que los años que vienen son aquellos
que viven en nuestro interior, por lo tanto
lo mejor será fertilizar mejor nuestras
mejores aptitudes, para que cuando
llegue el momento podamos caminar serenos
sin desear volver atrás, con la esperanza
de que siempre se vuelve a empezar
y que cada nuevo comienzo siempre es:
una nueva oportunidad.

SI ESTE AÑO HAS SIDO FELIZ, OJALA EL NUEVO SEA MIL VECES MEJOR Y SI NO LO HAS SIDO IGUALMENTE QUISIERA QUE FUESE TAMBIEN MIL VECES MEJOR!


 COLABORACION DE SONIA - MUCHAS GRACIAS

"Hazme instrumento de tu paz"

"Hazme instrumento de tu paz"



Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. 
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. 
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. 
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. 
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe. 
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza. 
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. 
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría. 

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, 
ser comprendido, cuanto comprender, 
ser amado, cuanto amar. 

Porque es dándose como se recibe, 
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, 
es perdonando, como se es perdonado, 
es muriendo como se resucita a la vida eterna.

(Autoría atribuída a San Francisco de Asís)

lunes, 28 de julio de 2014

John Lennon

Gandhi - Reflexiones sobre la No violencia


Gandhi - Reflexiones sobre la No violencia




El primer principio de la acción no violenta consiste en no cooperar con cualquier cosa que sea humillante.

Los responsables de nuestra sujeción no son tanto los fusiles británicos como nuestra colaboración voluntaria.

Una revolución no violenta no es un programa para la toma del poder. Es un programa para la transformación de las relaciones, de modo tal que se desemboca en una transferencia pacífica del poder.

Los hombres se encuentran ante una encrucijada: tienen que elegir entre la ley de la jungla y la ley de la humanidad.

La no violencia es la fuerza más grande que la humanidad tiene a su alcance. Es más poderosa que el arma más destructiva inventada por el hombre. La destrucción no corresponde en nada a la ley de los hombres. Vivir libre es estar dispuesto a morir, si es preciso, a manos del prójimo, pero nunca a darle la muerte. Sea cual fuere el motivo, todo homicidio y todo atentado contra la persona es un crimen contra la humanidad.

Sé que el progreso de la no violencia es aparentemente un progreso muy lento. Pero la experiencia me ha enseñado que es el camino más acertado para una meta común.

Es injusto todo orden económico que ignore o que desprecie los valores morales. El hecho de extender la ley de la no violencia al terreno de la economía significa nada menos que considerar los valores morales en la fijación de las reglas del comercio internacional.

Adoptar el principio de la no violencia obliga a separarse de toda forma de explotación.

No hay ninguna valentía mayor que la de negarse hasta el fin a doblar la rodilla ante un poder terrenal, sea cual fuere su grandeza, haciéndolo sin agresividad alguna, con la fe cierta en que es el espíritu - y sólo él - lo que vive.

...La humanidad no puede librarse de la violencia más que por medio de la no violencia. Sólo el amor es capaz de vencer al odio. Responder al odio con el odio equivale a agravar más todavía sus efectos.

Diariamente pagamos un precio muy elevado por el error inconsciente que hemos cometido al confundir la resistencia pasiva con la no violencia.

La no violencia es la ley de nuestra especie, por la misma razón que la violencia es la ley de los brutos. En el hombre brutal todavía no se ha despertado el espíritu: no conoce más ley que la fuerza física. La dignidad humana exige que el hombre se refiera a una ley superior que haga vibrar la fuerza del espíritu.

No se puede ser genuinamente no violento y permanecer pasivo ante las injusticias sociales.
 


Gentileza:: Visión y Ciencia [ lenticon@domeus.es ]

RECONQUISTA Y AVELLANEDA



RECONQUISTA


Reconquista, ciudad cabecera del Departamento General Obligado, al noreste de la Provincia de Santa Fue, fue fundada oficialmente el 27 de Abril de 1872, en el mismo campamento militar del General Obligado, según lo testifica el historiador de esa ciudad, el profesor Don Manuel Roselli.


Separada y unida a la población de Avellaneda, por el cauce del arroyo El Rey, desarrolló su crecimiento con el aporte de corrientes inmigratorias, el acervo cultural aborigen de la región, y el tesón de todos sus pobladores, que llegaron a transformarla en la “Perla del Norte Santafesino”.


AVELLANEDA


La Colonia Presidente Avellaneda registra su nacimiento en forma oficial el día 18 de Enero de 1879, luego de la radicación definitiva de los colonos inmigrantes provenientes de Italia y Austria.
En efecto, de acuerdo a lo referido por el historiador de Avellaneda, Doctor Manuel Ireneo Cracogna, el 10 de Enero de 1879, entró en el puerto de Reconquista, el vapor “San José”, con 120 pasajeros.

Recibidos por el coronel Obligado en Reconquista, se alojaron en el antiguo cuartel de la tropa de frontera.

El arroyo El Rey, por entonces se encontraba en uno de sus picos de creciente; sin embargo lo cruzaron, canoas mediante, un grupo de jóvenes, que conformaban el contingente recién llegado.
Finalmente, el 18 de Enero de 1879, iniciaron la población de la nueva colonia, en un punto situado al norte de la ciudad de Reconquista, cruzando el citado arroyo.

Los inmigrantes provenían de la Región del Friuli-Venezia Giulia, situada entre los Alpes y el mar Adriático, compuesta por cuatro provincias: Trieste, Udine, Pordenone y Gorizia.
La población urbana del distrito Avellaneda, fue elevada a la categoría de ciudad, en el mes de Diciembre de 1970. 

jueves, 17 de julio de 2014

Despierta

Despierta



Despierta mamá despierta,
que llegó la primavera
y llamara a tu puerta.
Que me han contado los duendes,
que traen guirnaldas de fresas.
Despierta mamá despierta,
que no quiero que te duermas,
que me han contado las hadas,
que te harán una gran fiesta.
Que adornaran tu cabeza,
con una cinta con perlas,
y te vestirán con seda.
Despierta mamá despierta,
que ya te echaste la siesta,
y ya suenan cascabeles en tu puerta.
Despierta mamá despierta.

Isaboa